viernes, 11 de enero de 2013

Miguel Ángel Uriondo: “Internet lo es todo para el periodismo”

MADRID.- Miguel Ángel Uriondo, redactor de Telecomunicaciones y Tecnología de Actualidad Económica, como muchos compañeros de profesión le conocemos, y como se le llama también en Twitter, asegura que no sería ni la mitad de periodista que es, ni la mitad de periodista de lo que va a llegar a ser, si no fuera por Internet y la tecnología. Convencido de que el potencial de mejora del periodismo gracias al universo online es infinito, asegura que Internet lo es todo en el futuro del periodismo. Con numerosos premios periodísticos en su haber y un conocimiento amplio que rebosa en cada una de sus respuestas, nos ofrece sus impresiones como tuitero, bloguero y periodista sobre el futuro de la profesión y el papel que juegan en él Internet y las Redes Sociales.

- Miguel Ángel, ¿Cómo crees que Internet y las redes sociales han cambiado la manera de hacer periodismo?
- No me atrevo a decir que lo han mejorado porque veo pereza y hastío en demasiados compañeros de profesión. En parte porque muchos de ellos no tienen incentivo económico alguno para ir más allá del corta y pega, ni tiempo que dedicar a hacer las cosas mejor en redacciones cada vez más reducidas. Pero, precisamente por eso, el potencial de mejora es infinito, y me consta que hay mucha gente por ahí haciendo las cosas bien y construyendo el periodismo que necesitamos.
Internet es la fuente de información suprema y las redes sociales nos han permitido hablar con los lectores como nunca antes. Pero un gran poder conlleva una gran responsabilidad, que diría el tío Ben. Si hace años lo difícil era generar información, hoy el reto, al menos en los países desarrollados, está en discriminarla para el lector. Bucear en las inmensas bases de datos oficiales, destacar lo destacable de entre miles de comunicados de prensa insustanciales, entregar al ciudadano una historia y darle la aguja de cada pajar. Digo muchas veces que yo no sería la mitad de periodista de lo que soy si no fuera por Internet y la tecnología, en general, pero lo mejor de todo es que aún no soy ni la mitad de periodista de lo que voy a llegar a ser. De lo que vamos a llegar a ser.

- Con la delicada situación de la profesión… ¿crees que Internet es el futuro?
- ¿El futuro? Internet lo es todo. Y eso lo dice alguien cuyo sueldo procede de una revista que se publica en papel. Pero la discusión entre papel e internet siempre me ha parecido absurda. Actualidad Económica se vende en papel, pero la versión para Orbyt es, al menos, igual de buena. Los mismos reportajes, la misma selección de contenidos, los mismos editoriales…
Otra cosa es lo que podría llegar a ser en el futuro. Pero desde luego no es menos y está en Internet.
La ausencia de hipervínculos tiene sus ventajas. Leer sin enlaces te permite centrarte en lo que estás leyendo y mantener la atención. El problema de las noticias de Internet es, a menudo, que están construidas con criterios de SEO que invitan al picoteo constante más que a la reflexión, pero por más que me digan que los textos en Internet tienen que ser cortos o que la gente no quiere leer, no dejo de pensar en que yo no soy así y que habrá más gente como yo. Pienso en lo que hace Jotdown y me encanta. Del mismo modo que me gusta el The New Yorker. Obligan al lector a comerse unos “tochos” de decenas de párrafos y muchos lo hacemos encantados porque queremos que nos cuenten una historia, a ser posible bien escrita e ilustrada.

- ¿De qué manera se pueden aprovechar los periodistas de Internet?
- De muchas formas. He apuntado algunas, como la mina de las bases de datos oficiales. En tecnología hay una tendencia llamada Big Data, que habla de la toma de decisiones en base al análisis, incluso en tiempo real, de grandes volúmenes de datos, procedentes de fuentes tanto estructuradas como desestructuradas. A falta de algoritmos, nosotros podemos ser integradoresde información, escultores de datos. Pero eso exige aprender a utilizar distintas herramientas y, desde luego, es una tarea que aborrece la pereza.
Me niego a pensar que dentro de veinte años seguiré pensando igual que hoy, o haciendo las cosas de la misma manera. Aprenderé cosas nuevas e intentaré no sólo mejorar en mi oficio sino también ayudar a construirlo. No todo el mundo puede decir lo mismo.

- ¿De qué forma lo haces tú?
- Nunca he sido una persona de bares y, cuando empecé en periodismo, parecía obligatorio tener que aproximarte a la dipsomanía para poder construir relaciones profesionales e informativas relevantes. Hoy, muchas de mis fuentes están en LinkedIn o en Twitter, en Facebook o en Whatsapp. Alguna vez he dicho que he tenido fuentes que me han pasado exclusivas a través del chat del Apalabrados. Es lo mínimo que se puede hacer y, aún así, muchos ni se molestan. Puedes coger al tipo que más admires del mundo, buscar su perfil en LinkedIn, explicarle quien eres y pedirle una entrevista. Y, lo que es mejor, ¡puede que te la dé! Si has construido una buena comunidad y te ha recomendado mucha gente, quizá le convenzas de que merece la pena hablar contigo.
Hay cosas que me interesaría aprender a hacer en el futuro, como trabajar más la minería de datos y, a medida que nuestras administraciones públicas aumenten la transparencia, sacarle todo el partido posible. Porque una de las formas de ser opaco está en que todo sea transparente e imposible de abarcar. Pero por ahora estoy muy contento en la revista, que me permite buscar historias que me parezcan interesantes y compartirlas con la gente.
Actualidad Económica decidió hace algún tiempo que las mejores historias de la crisis son las de quienes la superan, y creo que hoy en día necesitamos figuras ejemplares. Me agota el pesimismo, por justificado que esté, y no quiero vivir así. Prefiero ser un poco tontorrón y pensar en que nuestros relatos pueden ayudar a modelar la realidad y mejorarla.

- ¿Es lo mismo escribir para online que para papel? ¿Dónde está la diferencia?
- Mentiría si dijese que no existe una diferencia, porque mucha gente que trabaja para el online tiene directrices muy claras sobre lo que se puede y lo que no se puede hacer. A mí, en realidad, no me interesa ponerme barreras. Tengo un compañero que utiliza su blog para contar todas las cosas que en el diario no le caben, y eso atentaría contra los manuales de muchos. A mí me encanta la idea. He trabajado en una agencia de noticias, en un diario, en una revista semanal (la propia AE, en su etapa anterior), y en un mensual. Cada formato tiene su encanto, modelado por las propias restricciones del formato. Internet tiene su encanto en que, digan lo que digan, está todo por inventarse.

- ¿Por qué crees que hasta ahora al periodista digital se le ha visto como  “de menor categoría”, que al que escribe para el papel? Tanto por los lectores como por sus propios compañeros…
- Conozco periodistas magníficos en todo tipo de medios. Sólo considero “de menor categoría” a los perezosos, y te aseguro que esos existen en todos los formatos. Yo me crié con la idea de que tenía que llenar el inexorable minuto con sesenta segundos de esfuerzo denodado. Eso no quiere decir que tengas que trabajar todo el día, pero sí que deberías poner mucho de ti mismo en cada cosa que hagas, desde un artículo de relleno hasta cuidar de tus hijos. Por eso me asusta la gente que no se molesta en aprender, que trabaja en periodismo como quien lo hace en una fábrica, que es incapaz de salirse ni por un momento de la senda establecida, que no se aventura. Y si me da miedo es porque entiendo perfectamente qué les ha llevado a eso y no me gustaría terminar así.
Porque quien diga que son únicamente los medios quienes ponen las limitaciones, miente como un bellaco. Las empresas periodísticas son, a menudo, monolíticas, pero en todas las que he trabajado la gente que realmente quería proponer cosas distintas y embarcarse en cosas nuevas ha tenido la posibilidad de hacerlo. Creo que he colaborado con muchos de los medios de Unidad Editorial de un modo u otro. Para ayudar, para aprender, porque sencillamente me apetecía. Nadie me ha puesto nunca ninguna objeción.
Y aunque en parte esto se debe a mi peculiar forma de ser, creo que las empresas pueden construir este tipo de motivación. La empresa periodística tiene que cambiar y hacerse más vibrante, innovadora y divertida. ¿Cómo hacerlo “con la que está cayendo”? Precisamente. Lo que yo digo es ¿por qué no hacerlo? De perdidos, al río. Si el periodismo convencional se dirige hacia el abismo, al menos vayamos bailando y que la gente lo disfrute.

-  Tú como tuitero, ¿Cómo utilizas las redes sociales? ¿A quién sigues en Twitter?
- Nunca entenderé a quien sólo es capaz de pensar en el número de seguidores y vive con el odómetro puesto. Yo no tengo ‘followers’, tengo amiguetes. Me encanta seguir a gente de lo más variopinto y tampoco soy muy organizado.
Economistas, expertos en tecnología, gente que sencillamente es graciosa. Si los mercados invirtiesen en los países en función de su sentido del humor nosotros tendríamos una triple A.  Me gustan las personas y mi timeline me sirve como una suerte de zeitgeist en miniatura. Quizá no sea “el espíritu de mi tiempo”, pero sí es el de ese pequeño minuto.

- ¿Y como bloguero? ¿Qué opinas respecto a la afirmación de que “los blogs están muertos”?
- Lo fácil sería citar a Mark Twain y afirmar que los rumores de su muerte se han exagerado,  pero voy a ir más allá y preguntarte lo siguiente. ¿Qué diablos es un blog y qué lo separa de un medio online convencional? ¿Cuántos medios funcionan ya sobre WordPress o similares con un HTML disimulando el editor?
Dicho lo cual, entiendo a quien diga que los blogs han muerto si se refiere a que han pasado los tiempos en los que tener un blog era una moda. Si te pones a pensar, es como si hubiera habido un momento en el que todos los españoles que quisieran “ser alguien” hubieran tenido que escribir una columna semanal en prensa. Habrían sido horribles. Mal escritas, redundantes, aburridas, sosas, horteras… Eso fue lo que sucedió con la blogosfera, y era bastante absurdo. Es más sensato que la gente se sienta obligada a tener Twitter, Whatsapp o Line. Es mucho más sostenible y menos exigente. Dicho lo cual, no soy nada corporativo: hay blogs maravillosos que nada tienen que ver con el periodismo y que me hacen feliz.

- ¿En qué te ayudan las redes sociales en el desarrollo de tu trabajo?
- En todo. Cuando hablamos de “redes sociales” hablamos de “conversación”, y el periodismo no se entiende sin dicha conversación. Pero si me pides cosas concretas, te cito unas pocas. En primer lugar, me sirven como herramienta de edición colectiva. Lo que escribo en la revista, a pesar de pasar por varias revisiones, está sujeto a errores y erratas que son intocables y pesan en mi ánimo.
Lo que escribo en un blog entra sin corregir, pero con las relecturas y con la participación de los lectores puedo superar un error de concordancia o una falta ortográfica. Además, la gente me inspira. Muchas veces he escrito post o reportajes basados por completo en comentarios casuales de la gente a la que sigo.  Y, para colmo, mis amiguetes me apoyan. Cada vez que he necesitado una sonrisa, una palabra de ánimo o un empujón, ahí ha estado mi pequeña comunidad de personas. Se habla de que las redes familiares han ayudado a los españoles a sobrellevar la crisis, pero en lo anímico las redes sociales también han sido importantes. Y lo serán cada vez más. 

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