MADRID.- Miguel Ángel Uriondo, redactor de Telecomunicaciones y Tecnología de Actualidad Económica, como muchos compañeros de profesión le conocemos, y como
se le llama también en Twitter, asegura que no sería ni la mitad de
periodista que es, ni la mitad de periodista de lo que va a llegar a
ser, si no fuera por Internet y la tecnología. Convencido de que el potencial de mejora del periodismo gracias
al universo online es infinito, asegura que Internet lo es todo en el
futuro del periodismo. Con numerosos premios periodísticos en su haber y
un conocimiento amplio que rebosa en cada una de sus respuestas, nos
ofrece sus impresiones como tuitero, bloguero y periodista sobre el
futuro de la profesión y el papel que juegan en él Internet y las Redes
Sociales.
- Miguel Ángel, ¿Cómo crees que Internet y las redes sociales han cambiado la manera de hacer periodismo?
- No me atrevo a decir que lo han mejorado porque veo pereza y hastío
en demasiados compañeros de profesión. En parte porque muchos de ellos
no tienen incentivo económico alguno para ir más allá del corta y pega,
ni tiempo que dedicar a hacer las cosas mejor en redacciones cada vez
más reducidas. Pero, precisamente por eso, el potencial de mejora es
infinito, y me consta que hay mucha gente por ahí haciendo las cosas
bien y construyendo el periodismo que necesitamos.
Internet es la fuente de información suprema y las redes sociales nos
han permitido hablar con los lectores como nunca antes. Pero un gran
poder conlleva una gran responsabilidad, que diría el tío Ben. Si hace
años lo difícil era generar información, hoy el reto, al menos en los
países desarrollados, está en discriminarla para el lector. Bucear en
las inmensas bases de datos oficiales, destacar lo destacable de entre
miles de comunicados de prensa insustanciales, entregar al ciudadano una
historia y darle la aguja de cada pajar. Digo muchas veces que yo no
sería la mitad de periodista de lo que soy si no fuera por Internet y la
tecnología, en general, pero lo mejor de todo es que aún no soy ni la
mitad de periodista de lo que voy a llegar a ser. De lo que vamos a
llegar a ser.
- Con la delicada situación de la profesión… ¿crees que Internet es el futuro?
- ¿El futuro? Internet lo es todo. Y eso lo dice alguien cuyo sueldo
procede de una revista que se publica en papel. Pero la discusión entre
papel e internet siempre me ha parecido absurda. Actualidad Económica se
vende en papel, pero la versión para Orbyt es, al menos, igual de
buena. Los mismos reportajes, la misma selección de contenidos, los
mismos editoriales…
Otra cosa es lo que podría llegar a ser en el futuro. Pero desde luego no es menos y está en Internet.
La ausencia de hipervínculos tiene sus ventajas. Leer sin enlaces te
permite centrarte en lo que estás leyendo y mantener la atención. El
problema de las noticias de Internet es, a menudo, que están construidas
con criterios de SEO que invitan al picoteo constante más que a la
reflexión, pero por más que me digan que los textos en Internet tienen
que ser cortos o que la gente no quiere leer, no dejo de pensar en que
yo no soy así y que habrá más gente como yo. Pienso en lo que hace
Jotdown y me encanta. Del mismo modo que me gusta el The New Yorker.
Obligan al lector a comerse unos “tochos” de decenas de párrafos y
muchos lo hacemos encantados porque queremos que nos cuenten una
historia, a ser posible bien escrita e ilustrada.
- ¿De qué manera se pueden aprovechar los periodistas de Internet?
- De muchas formas. He apuntado algunas, como la mina de las bases de
datos oficiales. En tecnología hay una tendencia llamada Big Data, que
habla de la toma de decisiones en base al análisis, incluso en tiempo
real, de grandes volúmenes de datos, procedentes de fuentes tanto
estructuradas como desestructuradas. A falta de algoritmos, nosotros
podemos ser integradoresde información, escultores de datos. Pero eso
exige aprender a utilizar distintas herramientas y, desde luego, es una
tarea que aborrece la pereza.
Me niego a pensar que dentro de veinte años seguiré pensando igual
que hoy, o haciendo las cosas de la misma manera. Aprenderé cosas nuevas
e intentaré no sólo mejorar en mi oficio sino también ayudar a
construirlo. No todo el mundo puede decir lo mismo.
- ¿De qué forma lo haces tú?
- Nunca he sido una persona de bares y, cuando empecé en periodismo,
parecía obligatorio tener que aproximarte a la dipsomanía para poder
construir relaciones profesionales e informativas relevantes. Hoy,
muchas de mis fuentes están en LinkedIn o en Twitter, en Facebook o en
Whatsapp. Alguna vez he dicho que he tenido fuentes que me han pasado
exclusivas a través del chat del Apalabrados. Es lo mínimo que se puede
hacer y, aún así, muchos ni se molestan. Puedes coger al tipo que más
admires del mundo, buscar su perfil en LinkedIn, explicarle quien eres y
pedirle una entrevista. Y, lo que es mejor, ¡puede que te la dé! Si has
construido una buena comunidad y te ha recomendado mucha gente, quizá
le convenzas de que merece la pena hablar contigo.
Hay cosas que me interesaría aprender a hacer en el futuro, como
trabajar más la minería de datos y, a medida que nuestras
administraciones públicas aumenten la transparencia, sacarle todo el
partido posible. Porque una de las formas de ser opaco está en que todo
sea transparente e imposible de abarcar. Pero por ahora estoy muy
contento en la revista, que me permite buscar historias que me parezcan
interesantes y compartirlas con la gente.
Actualidad Económica decidió hace algún tiempo que las mejores
historias de la crisis son las de quienes la superan, y creo que hoy en
día necesitamos figuras ejemplares. Me agota el pesimismo, por
justificado que esté, y no quiero vivir así. Prefiero ser un poco
tontorrón y pensar en que nuestros relatos pueden ayudar a modelar la
realidad y mejorarla.
- ¿Es lo mismo escribir para online que para papel? ¿Dónde está la diferencia?
- Mentiría si dijese que no existe una diferencia, porque mucha gente
que trabaja para el online tiene directrices muy claras sobre lo que se
puede y lo que no se puede hacer. A mí, en realidad, no me interesa
ponerme barreras. Tengo un compañero que utiliza su blog para contar
todas las cosas que en el diario no le caben, y eso atentaría contra los
manuales de muchos. A mí me encanta la idea. He trabajado en una
agencia de noticias, en un diario, en una revista semanal (la propia AE,
en su etapa anterior), y en un mensual. Cada formato tiene su encanto,
modelado por las propias restricciones del formato. Internet tiene su
encanto en que, digan lo que digan, está todo por inventarse.
- ¿Por qué crees que hasta ahora al periodista digital se le
ha visto como “de menor categoría”, que al que escribe para el papel?
Tanto por los lectores como por sus propios compañeros…
- Conozco periodistas magníficos en todo tipo de
medios. Sólo considero “de menor categoría” a los perezosos, y te
aseguro que esos existen en todos los formatos. Yo me crié con la idea
de que tenía que llenar el inexorable minuto con sesenta segundos de
esfuerzo denodado. Eso no quiere decir que tengas que trabajar todo el
día, pero sí que deberías poner mucho de ti mismo en cada cosa que
hagas, desde un artículo de relleno hasta cuidar de tus hijos. Por eso
me asusta la gente que no se molesta en aprender, que trabaja en
periodismo como quien lo hace en una fábrica, que es incapaz de salirse
ni por un momento de la senda establecida, que no se aventura. Y si me
da miedo es porque entiendo perfectamente qué les ha llevado a eso y no
me gustaría terminar así.
Porque quien diga que son únicamente los medios quienes ponen las
limitaciones, miente como un bellaco. Las empresas periodísticas son, a
menudo, monolíticas, pero en todas las que he trabajado la gente que
realmente quería proponer cosas distintas y embarcarse en cosas nuevas
ha tenido la posibilidad de hacerlo. Creo que he colaborado con muchos
de los medios de Unidad Editorial de un modo u otro. Para ayudar, para
aprender, porque sencillamente me apetecía. Nadie me ha puesto nunca
ninguna objeción.
Y aunque en parte esto se debe a mi peculiar forma de ser, creo que
las empresas pueden construir este tipo de motivación. La empresa
periodística tiene que cambiar y hacerse más vibrante, innovadora y
divertida. ¿Cómo hacerlo “con la que está cayendo”? Precisamente. Lo que
yo digo es ¿por qué no hacerlo? De perdidos, al río. Si el periodismo
convencional se dirige hacia el abismo, al menos vayamos bailando y que
la gente lo disfrute.
- Tú como tuitero, ¿Cómo utilizas las redes sociales? ¿A quién sigues en Twitter?
- Nunca entenderé a quien sólo es capaz de pensar en el número de
seguidores y vive con el odómetro puesto. Yo no tengo ‘followers’, tengo
amiguetes. Me encanta seguir a gente de lo más variopinto y tampoco soy
muy organizado.
Economistas, expertos en tecnología, gente que sencillamente es
graciosa. Si los mercados invirtiesen en los países en función de su
sentido del humor nosotros tendríamos una triple A. Me gustan las
personas y mi timeline me sirve como una suerte de zeitgeist en
miniatura. Quizá no sea “el espíritu de mi tiempo”, pero sí es el de ese
pequeño minuto.
- ¿Y como bloguero? ¿Qué opinas respecto a la afirmación de que “los blogs están muertos”?
- Lo fácil sería citar a Mark Twain y afirmar que
los rumores de su muerte se han exagerado, pero voy a ir más allá y
preguntarte lo siguiente. ¿Qué diablos es un blog y qué lo separa de un
medio online convencional? ¿Cuántos medios funcionan ya sobre WordPress o
similares con un HTML disimulando el editor?
Dicho lo cual, entiendo a quien diga que los blogs han muerto si se
refiere a que han pasado los tiempos en los que tener un blog era una
moda. Si te pones a pensar, es como si hubiera habido un momento en el
que todos los españoles que quisieran “ser alguien” hubieran tenido que
escribir una columna semanal en prensa. Habrían sido horribles. Mal
escritas, redundantes, aburridas, sosas, horteras… Eso fue lo que
sucedió con la blogosfera, y era bastante absurdo. Es más sensato que la
gente se sienta obligada a tener Twitter, Whatsapp o Line. Es mucho más
sostenible y menos exigente. Dicho lo cual, no soy nada corporativo:
hay blogs maravillosos que nada tienen que ver con el periodismo y que
me hacen feliz.
- ¿En qué te ayudan las redes sociales en el desarrollo de tu trabajo?
- En todo. Cuando hablamos de “redes sociales”
hablamos de “conversación”, y el periodismo no se entiende sin dicha
conversación. Pero si me pides cosas concretas, te cito unas pocas. En
primer lugar, me sirven como herramienta de edición colectiva. Lo que
escribo en la revista, a pesar de pasar por varias revisiones, está
sujeto a errores y erratas que son intocables y pesan en mi ánimo.
Lo que escribo en un blog entra sin corregir, pero con las relecturas
y con la participación de los lectores puedo superar un error de
concordancia o una falta ortográfica. Además, la gente me inspira.
Muchas veces he escrito post o reportajes basados por completo en
comentarios casuales de la gente a la que sigo. Y, para colmo, mis
amiguetes me apoyan. Cada vez que he necesitado una sonrisa, una palabra
de ánimo o un empujón, ahí ha estado mi pequeña comunidad de personas.
Se habla de que las redes familiares han ayudado a los españoles a
sobrellevar la crisis, pero en lo anímico las redes sociales también han
sido importantes. Y lo serán cada vez más.
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