miércoles, 3 de junio de 2009

Las malas artes de algunos periódicos españoles de provincias para echar a sus periodistas

MADRID.- M., redactor de base, entra a trabajar a las cinco de la tarde, la hora torera. Inicia su ordenador y se pone a ello. Ha oído y leído sobre la crisis más de lo que quisiera. Para eso trabaja en un diario de provincias. A las ocho, recibe una llamada. El administrador quiere verle. Cosa rara, pues él, a pesar de ser el redactor más antiguo de la casa con 22 años en nómina y a punto de cumplir 56, no tiene trato directo con la cúpula.

“Mañana no vengas a trabajar. Aquí tienes una carta en la que reconocemos que se trata de un despido improcedente y un cheque con los 45 días por año que te corresponden según la ley. No te molestes en pleitear: no vas a sacar más, pasarás tres meses horribles y perderás dinero pues le tendrás que pagar al abogado”. Así de sencillo, según relata www.elconfidencial.com

J. tampoco ha tenido trato habitual con la dirección de su pequeño periódico provinciano que salva los ejercicios gracias a las subvenciones oficiales. Pero una tarde se encuentra a una compañera sentada en su ordenador.


“Me han dicho que hoy haga cierre”, le dice la usurpadora forzosa. “Anda, pero si yo no libro hoy”. La directora le confirma no sólo que libra hoy, sino también indefinidamente. Mismo método: sin previo aviso y con un cheque equivalente a 45 días por año trabajado encima de la mesa.

Para F., fotógrafa, el choque fue un poco más brusco. Se acababa de casar y comprar un piso. Con el sobrante se había ido a Brasil y se reincorporaba con el jet-lag puesto y la alegría de un viaje estupendo. El “mañana no vengas” y el cheque por 45 días la devolvió a la crudísima realidad de la crisis.

Los medios tradicionales se ahogan de tal manera que están introduciendo prácticas laborales de limpieza que muchos periodistas creían que ya sólo eran residuales y para temporeros del campo, la construcción o la hostelería. Ahora se ven tratados como los empresarios desaprensivos tratan a los inmigrantes recién llegados, como carne de cañón.

Si en algunos medios los EREs se realizan con la decencia que merece proceso tan traumático, en otros muchos la práctica de limpieza roza lo intolerable. Como en las redacciones de una gran cadena de radio, en cuyos tablones de anuncios hay una oferta empresarial en la que se invita a los empleados a irse de vacaciones no pagadas desde tres meses hasta un año, con la garantía de que serán reincorporados a su puesto al terminar su período de “carencia laboral”.

Como inmigrantes ilegales

Otros listos gestores de prensa diaria llevan muchos meses pactando despidos baratos con los empleados que dicen que les sobran, con el consabido paripé del paso por el IMAC y la incorporación al paro del interfecto. En algunos casos, los currantes abandonan la empresa con 20 ó 22 días por año, sin engorroso ERE que valga, en los que la magnánima de turno incluye los 24.000 euros brutos que suponen los dos años de paro a los que el trabajador tiene derecho como fruto de sus cotizaciones sociales.

En alguna otra empresa, por no llamarla chiringuito mediático, se ha abierto una lista voluntaria de despedidos a 45 días por año. Pero si alguien a quien la dirección no incluye en sus planes de limpieza pretende acogerse a la oferta, es informado de que sólo obtendrá 22. “O sea, que mejor te quedas”.

Muchos ven ya en sus pesadillas sucesivas que se han convertido en inmigrantes sin papeles a quienes los detentadores clásicos de la libertad de expresión tratan en concordancia. Y la inmensa mayoría está convencida de que, a pesar de todo, las matrículas para el próximo curso en las facultades de Comunicación volverán a crecer.

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